Los dispositivos de neuromodulación usan impulsos eléctricos de corriente baja para evitar o interrumpir la actividad epiléptica en el cerebro. Constan de un generador (una batería) y uno o más electrodos que se colocan en el cuello o el cerebro. Una vez implantados, estos dispositivos no suelen sentirse ni molestar, y pueden quedarse en su lugar durante toda su vida.
Los dispositivos de neuromodulación pueden reducir la cantidad, la duración y la gravedad de las convulsiones, así como el tiempo de recuperación después de una convulsión. Cuando se usa en los candidatos adecuados, la neuromodulación tiene una alta tasa de éxito, pocos efectos secundarios y riesgos relativamente bajos.