Un robot reduce la necesidad de cirugía cerebral abierta para detectar convulsiones epilépticas
Un avance médico para personas con epilepsia

Un dispositivo robótico permite a los médicos identificar el origen de las convulsiones mediante una cirugía mínimamente invasiva. El dispositivo, que se utiliza en Duke y en algunos centros de epilepsia del país, permite a los neurocirujanos implantar cientos de electrodos para registrar la actividad del cerebro con tan solo 10 a 20 incisiones pequeñas. El procedimiento es altamente preciso y conlleva menos tiempo que las cirugías convencionales para localizar las convulsiones. Además, los pacientes experimentan una recuperación más rápida y menos dolorosa.
Diagnóstico del origen de las convulsiones epilépticas
Cuando los medicamentos no logran detener las convulsiones epilépticas, la cirugía de epilepsia puede convertirse en la mejor alternativa para recuperar el control de esta afección. Sin embargo, esto solo es posible si los médicos logran localizar el área del cerebro que es responsable de las convulsiones y determinan que es seguro extirparla. Para identificar esa área, los neurocirujanos pueden realizar una craneotomía, que consiste en crear una abertura considerable en el cráneo. Luego, colocan una malla de electrodos de plástico sobre la superficie del cerebro para registrar las convulsiones y determinar su origen. Sin embargo, los electrodos no logran acceder a las regiones profundas del cerebro, como los pliegues y las zonas ubicadas entre los dos hemisferios.
Mapeo cerebral más rápido y más preciso
El equipo del centro de epilepsia de Duke dispone de otra herramienta. La estereoelectroencefalografía (SEEG) asistida por robot es un procedimiento mínimamente invasivo que permite colocar de manera rápida finos cables de electrodos en ubicaciones precisas para mapear el cerebro e identificar el origen de las convulsiones.
Una reconstrucción en 3D del cerebro sirve como guía para determinar dónde se colocarán los más de doce electrodos. El neurocirujano utiliza un brazo robótico para realizar pequeños orificios de dos o tres milímetros en el cuero cabelludo, y a través de estos se introduce el cable rígido del electrodo. A diferencia de los electrodos de malla, que se colocan sobre la superficie del cerebro, los cables se insertan en el tejido cerebral con la ayuda del robot. El procedimiento dura entre dos y tres horas.
"El robot mejora la eficiencia del procedimiento y reduce en cierta medida la posibilidad de errores humanos. Dependiendo de la afección, la SEEG asistida por robot puede ser de gran ayuda para localizar las convulsiones de una manera más cómoda para los pacientes", mencionó el neurocirujano Derek Southwell, MD, PhD, del Duke Comprehensive Epilepsy Center.
Debido a que es mínimamente invasiva, la colocación de electrodos profundos resulta más cómoda para los pacientes que la de electrodos de malla. Una vez que se identifica el origen de las convulsiones, los electrodos se retiran y la recuperación es rápida. Este es un gran beneficio, en comparación con la recuperación tras una craneotomía. Además, el procedimiento resulta más adecuado en casos donde no se puede identificar con precisión la ubicación de las convulsiones o cuando su origen se encuentra en una parte del cerebro que no es operable.