Expertos de Duke realizan exitosamente una cirugía cerebral de moyamoya
Pocos centros tienen la experiencia para tratar este raro trastorno del cerebro

Marcie O'Neill y su marido le sonríen a su hija. Foto cortesía de Dominique Phillips Photography.
Cuando era estudiante universitaria en Greenville, SC, Marcie O'Neill comenzó a experimentar dolores de cabeza, cambios en la visión, entumecimiento y problemas del habla. Tras una visita a un hospital local, O'Neill se enteró de que una arteria estrechada en su cerebro había provocado un accidente cerebrovascular. Meses después, las tomografías mostraron que el estrechamiento en la arteria había empeorado, lo que la exponía a un riesgo alto de sufrir otro accidente cerebrovascular con graves consecuencias. Fue entonces cuando se trasladó a Duke, donde un equipo de neurocirujanos realizó una arriesgada cirugía para desviar los vasos sanguíneos estrechados. Hoy, más de siete años después, O'Neill está casada, tiene una pequeña hija y está avanzando.
Algo no está bien
En un primer momento, los síntomas de Marcie O'Neill no parecían urgentes. Era una estudiante universitaria sin factores de riesgo. Pensaba que los dolores de cabeza, las manchas oscuras en la vista y el entumecimiento de las manos tenían que ver, probablemente, con el estrés y la falta de sueño. Pero sus síntomas empeoraron poco a poco. Una mañana de enero de 2016, cuando un profesor le pidió a O'Neill que respondiera una pregunta durante una clase, no le salían las palabras. Más tarde, una amiga la llevó a la sala de emergencias.
Cuando la tomografía computarizada que le realizaron no arrojó resultados, los médicos atribuyeron los síntomas de O'Neill a una migraña compleja y la enviaron a casa. Pero ella sentía que los médicos estaban pasando algo por alto, por lo que insistió en que le hicieran una resonancia magnética. En la resonancia, pudieron ver que O'Neill había sufrido un accidente cerebrovascular. La ingresaron en el hospital y le realizaron una gran cantidad de estudios, pero los médicos no pudieron encontrar el motivo del accidente cerebrovascular.
O'Neill se fue del hospital sin respuestas. Durante ese tiempo, se sentía “como si todo se volviera confuso”. Se sentía cansada todo el tiempo, y cada vez le era más difícil realizar sus tareas de rutina.
Un mal presentimiento
En abril de 2016, O'Neill se realizó un angiografía por tomografía computarizada de seguimiento. En este tipo de tomografía computarizada especial, se utiliza un líquido de contraste para resaltar los vasos sanguíneos del cuerpo. “Recuerdo que salí llorando de allí porque tenía un mal presentimiento al respecto”, expresó O'Neill. “Sabía que algo no estaba bien”.
En los resultados, se pudo ver una obstrucción importante en una de las arterias cerebrales, lo que significaba que su cerebro no estaba recibiendo el oxígeno necesario y que corría el riesgo de sufrir otro peligroso accidente cerebrovascular. Rápidamente, O'Neill se trasladó a Duke, donde se reunió con los neurocirujanos Ali Zomorodi, MD, y Takanori Fukushima, MD.
“Esta obstrucción se encontraba en el lado dominante de su cerebro”, dijo el Dr. Zomorodi. “Un accidente cerebrovascular en ese vaso sería devastador. Podría afectar su capacidad para usar o comprender el idioma, usar su brazo dominante y, posiblemente, su pierna dominante”.
Una cirugía difícil para un problema difícil
El Dr. Zomorodi y sus colegas sospechaban que podía tratarse de la enfermedad de moyamoya, un trastorno que afecta a una persona en un millón y que provoca el engrosamiento de las arterias del cerebro y la obstrucción de la circulación sanguínea. Hasta ese momento, ninguno de los médicos de O'Neill había mencionado nada sobre la posibilidad de esta rara enfermedad.
De acuerdo con el Dr. Zomorodi, “debido a que la enfermedad de moyamoya afecta a personas jóvenes, que parecen estar sanas, muchos proveedores no sospechan demasiado. En el caso de una persona joven que sufre un accidente cerebrovascular y no tiene ningún otro factor de riesgo, es algo que hay que descartar”.
El Dr. Zomorodi recomienda una revascularización quirúrgica con doble derivación, un procedimiento complejo mediante el cual se extraen vasos sanguíneos del cuero cabelludo y se los conecta a vasos del cerebro para restablecer la circulación sanguínea. La cirugía requiere un equipo de neurocirujanos altamente capacitados, así como un grupo avanzado de neuroanestesiólogos para mantener el cerebro a salvo mientras el paciente está bajo anestesia general.
“Aunque estas cirugías son poco frecuentes en la mayoría de los centros, realizamos muchas aquí en Duke”, declaró el Dr. Zomorodi. “Hemos desarrollado procedimientos y tenemos la experiencia en cada una de las áreas de cuidado para asegurarnos de que estos pacientes tengan los mejores resultados. Eso es lo que verdaderamente nos distingue de otros centros en el país”.
La vida después de una cirugía cerebral
Desde su operación, O'Neill, que ahora tiene 27, no se toma un solo día por sentado. Está casada, tiene una hija y, hace poco, se mudó con su familia al sur de Florida. Procura cuidarse y acude regularmente a un neurólogo para que revise cualquier nuevo signo de problemas. Su consejo para otras personas que podrían estar atravesando algo similar es simple: “Confíen en su instinto. Nadie sabe cómo te sientes en tu propio cuerpo mejor que tú. Si sientes que algo no está bien, busca una segunda opinión porque todo puede cambiar demasiado rápido”.