Un trasplante de riñón le permite a una niña que padece una enfermedad renal crónica tener una infancia normal

Abrielle sonríe frente al Duke Children's Hospital Center
Abrielle Barber, nació con un solo riñón que no funcionaba correctamente, se enfrentó a importantes desafíos en sus primeros cinco años de vida, como alimentarse por una sonda, recibir inyecciones diarias de hormona de crecimiento y diálisis nocturna. A pesar de que rara vez se quejaba, sus padres querían que tuviera una infancia más normal. Un trasplante de riñón en Duke se lo permitió.
A la espera de un riñón sano
Las personas pueden llevar vidas activas y productivas con un solo riñón, por lo que los padres de Abrielle, Gregory Barber e Ivora Preston de Raleigh, esperaban que el de ella funcionara bien. Sin embargo, a los pocos meses de su nacimiento, quedó claro que el riñón de Abrielle no podría abastecer las necesidades de su cuerpo en crecimiento. Los médicos pronto la diagnosticaron con enfermedad renal crónica.
Como el peso de Abrielle estaba muy por debajo del normal para su edad, se le implantó, quirúrgicamente, una sonda de alimentación para proporcionarle calorías y nutrición adicionales, y sus padres le aplicaban inyecciones diarias de hormona del crecimiento. También se mantenían atentos por si había infecciones del tracto urinario (ITU), lo que ocurría con frecuencia debido a su enfermedad renal.
Un diagnóstico de enfermedad renal en etapa terminal conduce a la diálisis
Cuando debido a una ITU agresiva Abrielle tuvo que pasar un mes en el Duke Children's Hospital & Health Center, la familia se enteró de que la infección había dañado irremediablemente el riñón. Aunque Barber y Preston sabían que tarde o temprano su hija necesitaría hacerse diálisis, habían esperado poderla posponer lo más posible. Ahora no tenían otra opción. Abrielle estaba en la última etapa de la enfermedad renal, lo que significaba que su riñón ya no funcionaba. Se sometió a una cirugía para colocar un catéter que permitiría que se hiciera la diálisis en casa. "La diálisis fue difícil para ella", dice Eileen Tsai Chambers, MD, especialista en trasplante de riñón pediátrico y nefróloga de Duke Health. Abrielle tuvo múltiples infecciones y debió cambiarse a hemodiálisis, que requería visitas a Duke tres veces a la semana y era más intensa para su cuerpo.
Prepararse para un trasplante de riñón
La diálisis podía cumplir las funciones del riñón fallido, pero no era una solución a largo plazo. Solo un trasplante de riñón le daría a Abrielle una buena calidad de vida. El primer paso era hacer una exhaustiva evaluación para el trasplante. "Nosotros teníamos que ayudarla a llegar hasta cierta meta en su crecimiento, y ellos debían asegurarse de que estuviésemos cumpliendo con todo como cuidadores", cuenta su madre. Cuando Abrielle tenía cuatro años, la aprobaron para el trasplante y añadieron su nombre a la lista nacional de espera para órganos.
Durante toda la odisea, Abrielle rara vez estuvo angustiada. "Estábamos deslumbrados con su actitud", dice Barber. Un año después, cuando recibieron la llamada en la que les dijeron que un riñón de donante era compatible con Abrielle, ella estaba emocionada. "No parecía preocupada. Nosotros estábamos bien porque ella estaba bien".
La atención del trasplante de riñón requiere de trabajo en equipo
La cirugía de trasplante fue "sorprendentemente rápida", según Preston, y el nuevo riñón de su hija funcionaba bien. Pero un problema respiratorio complicó su recuperación. Aunque sus padres estaban preocupados, confiaban en el equipo médico que atendía a su hija. "Cada persona en el equipo le da una voz a tu hijo, están de tu lado. Cuando tienes un buen equipo médico, encuentran la manera para que no entres en pánico", cuenta el padre. La Dra. Chambers está de acuerdo. "Todos nos unimos —la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos, el equipo de trasplante, los cirujanos— para que ella saliera de esto a las mil maravillas".
Disfrutar de una infancia activa
Hoy en día, Abrielle, de siete años, ha vuelto a la escuela y disfruta de "todo lo que la mantenga activa", cuentan sus padres. Las sondas de alimentos, la diálisis y la hormona del crecimiento ya no son parte de su vida. De acuerdo con la Dra. Chambers, su historia es un ejemplo de lo que Duke Health puede hacer por niños como Abrielle. "Hacemos trasplantes en niños que deben recibir un trasplante pase lo que pase, y somos capaces de manejar casos complejos". Mírenla ahora. Tiene una función renal magnífica, va a la escuela; le va maravillosamente bien.