Benjamin D. Holmes, PhD, DC

Hay dos cosas que me encantan de ser especialista en quiropráctica: las personas a las que cuido y la oportunidad de combinar la ciencia de la función musculoesquelética con el arte de la atención compasiva. Cada paciente que veo es único, y cada uno requiere una combinación personalizada de esa ciencia y de ese arte. Y tengo la oportunidad de descubrir eso cada vez que entro en la sala de tratamiento.

Antes de llegar a Duke, practiqué en clínica Mayo en Rochester, Minnesota. Allí llegué a reconocer la eficacia del cuidado en equipo de la columna vertebral. La quiropráctica proporciona alivio para un amplio espectro de trastornos relacionados con la columna vertebral, como dolor de espalda, dolor de cuello, dolores de cabeza tensionales, dolor ciático y dolor miofascial. Pero la quiropráctica no es adecuada para todas las afecciones, ni para paciente. Como quiroprácticos, mis socios y yo nos enorgullecemos de nuestra capacidad para dirigir a pacientes con trastornos de la columna vertebral al proveedor adecuado, para recibir la atención correcta, en el momento oportuno.

Cuando no estoy en la clínica, también disfruto de la investigación, de criar niños, de practicar yoga, de servir en la comunidad de fe, de leer clásicos y biografías, de contemplar el cosmos (especialmente al aire libre) y de bailar con mi pareja.