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La cirugía de pérdida de peso devuelve la vida a un exjugador de fútbol americano

09 de abril de 2019
Una familia fuera de su casa

Un año después de un cruce duodenal, Ronald Utley disfruta jugando al aire libre con sus hijos, Joaquín y Jenesis. (Foto: marzo de 2019)

Ronald Utley, de Wendell, pesaba 635 libras y sufría de úlceras en las piernas, gota y otros problemas de salud graves cuando decidió que era hora de considerar la posibilidad de una cirugía bariátrica. Casi un año después de someterse a un cruce duodenal en Duke, ahora pesa 389 y se siente bien con su progreso hacia su peso objetivo.

"Haga todo lo posible para poder someterse a la cirugía, porque será una persona nueva", aconsejó Utley a todos aquellos que estén luchando contra la obesidad y considerando una cirugía bariátrica. El hombre de 54 años y padre de seis hijos manifestó: "Salir con mis hijos, lanzar una pelota de fútbol o un frisbee, o pasear al perro, son cosas que antes no podía hacer con ellos. Recuperar todo eso es una sensación de verdadera alegría".

El estilo de vida deportivo en la juventud lleva al aumento de peso en la mediana edad

Cuando era joven, Utley comía mucho para compensar la energía que quemaba como jugador de fútbol americano en la escuela secundaria, la universidad y de manera semiprofesional.

"Teníamos que ingerir muchas proteínas y carbohidratos para mantener la fuerza", indicó Utley. Se mantuvo activo y siguió con esa dieta incluso después de dejar de jugar al fútbol, sin problemas. Eso cambió después de pasar por una recuperación prolongada tras un grave accidente automovilístico.

"Fui aumentando de peso de forma gradual con el tiempo", señaló Utley.

Cuanto más peso ganaba Utley a lo largo de los años, más problemas empezaba a tener. Experimentó gota e inflamación. Desarrolló úlceras en la piel de las piernas. Se sentía incómodo en eventos sociales, por lo que los evitaba. Le preocupaba encontrar sillas que pudieran soportar su peso en espacios públicos. Comenzó a usar un andador. Eventualmente, tuvo que dejar de trabajar.

Una de las peores consecuencias fue que ya no podía jugar con sus hijos. Se sentía prisionero de su propio cuerpo. El desarrollo de coágulos sanguíneos fue la gota que colmó el vaso. Lo consideró una señal de alerta.

"Eso me indicó que tenía que hacer algo", afirmó.

Ronald Utley en el otoño de 2011, antes de su cirugía de pérdida de peso
Ronald Utley en el otoño de 2011, antes de su cirugía de pérdida de peso

La cirugía de pérdida de peso no es una solución rápida; es el primer paso

Utley había intentado hacer dieta, pero siempre volvía a aumentar de peso. Pensó que la cirugía de pérdida de peso podría ser una solución rápida. Comenzó a investigar las opciones que tenía.

"Asistí a reuniones en tres hospitales diferentes antes de elegir Duke", comentó.

Se enteró de la gravedad de su estado de salud en su primera evaluación médica. Se reunió con un equipo de especialistas que incluía un cardiólogo, un psicólogo, un neumólogo y cirujanos. Le dijeron que necesitaba bajar de peso antes de que consideraran la cirugía como una opción segura. Trabajó con un nutricionista de Duke que lo ayudó a perder 90 libras.

En abril de 2018, Utley se sometió a un cruce duodenal. Es una de las cirugías bariátricas más complejas, pero su cirujano de pérdida de peso, el Dr. Daniel Guerron, la recomendó porque puede ser muy eficaz en personas cuyo índice de masa corporal es superior a 50-55. Además, produce una mayor pérdida de peso y es más eficaz para controlar las afecciones relacionadas con la obesidad, como la diabetes, que otros procedimientos de pérdida de peso.

Adoptar nuevos hábitos, una nueva forma de vida

Después del procedimiento, Utley se dio cuenta rápidamente de que "no es la salida fácil". Al principio tuvo problemas para reducir su ingesta de alimentos porque estaba muy acostumbrado a comer en grandes cantidades. Asistir a reuniones de apoyo mensuales dirigidas por el equipo de nutricionistas, psicólogos y asistentes médicos de Duke le enseñó a cambiar sus hábitos alimentarios, incorporar ejercicio y controlar el estrés que podría llevarlo a comer en exceso.

"Te enseñan cómo hacerlo", indicó. "Brindan un gran apoyo. Los enfermeros, los médicos, todos quieren verte mejorar".

A medida que bajaba de peso, su salud mejoraba. Ya no sufre de coágulos de sangre, úlceras en las piernas ni gota. Es más activo, hace ejercicio en una cinta de correr y levanta pesas en un gimnasio varias veces a la semana. Volvió a ser una persona sociable y se siente feliz de ver a los amigos y familiares que no había visto en mucho tiempo.

Lo mejor de todo es que puede jugar al fútbol americano y disfrutar de pasar tiempo activo con sus hijos.

"Me encanta", expresó. "Me siento como antes de empezar a aumentar de peso".

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