La parálisis facial puede producirse por una amplia gama de afecciones, y el grado en que se produce puede variar enormemente en niños y adultos.
Parálisis facial congénita
Puede ser el resultado de una posición o un traumatismo durante el embarazo o presentarse al nacer. Por ejemplo, el síndrome de Moebius es una afección congénita en la que los niños nacen con los nervios faciales poco desarrollados.
Parálisis de Bell
La inflamación es responsable de la parálisis de Bell, el tipo más común de parálisis facial. Puede aparecer repentinamente cuando se inflama un nervio facial.
Traumatismo
Una fractura facial o un corte profundo en el rostro pueden dañar los nervios y músculos faciales.
Crecimiento o tumor de cabeza o cuello
Un tumor o crecimiento en la cabeza o el cuello puede lesionar los nervios faciales. La cirugía para extirpar el tumor también podría afectar a los nervios y provocar una parálisis facial.
Infecciones virales
Virus como el VIH, la enfermedad de Lyme o el síndrome de Ramsay Hunt, una infección asociada al herpes zóster, pueden dañar los nervios faciales.
Enfermedades autoinmunes
Las enfermedades autoinmunes que afectan el sistema nervioso, como la enfermedad de Guillain-Barré, o el cerebro o la médula espinal, como la esclerosis múltiple, pueden causar parálisis facial.
Sincinesia
Este recableado de los nervios faciales puede producirse tras una parálisis de Bell u otra lesión nerviosa facial. Como consecuencia, pueden aparecer espasmos musculares o movimientos faciales inadecuados (por ejemplo, tensión en los músculos del cuello al cerrar los ojos).